viernes, 2 de septiembre de 2016

Semillas de Herejía (y V)

Pero antes de iniciar el asalto, los Acólitos deben resolver un par de asuntos. Al ser una figura tan respetada, la muerte o arresto del Prelado puede provocar disturbios en la capital y la desestabilización del planeta.  Por ello inician una ronda de contactos para asegurar su posición. Acuden al Virrey Kathrinkas identificándose como agentes de la Inquisición y Gallus le pone al corriente de todo, de manera que la Fuerza de Defensa Planetaria se encuentre preparada. Asimismo deciden preparar un sustituto para el más que probable repentino fallecimiento del Prelado Tarahona. El elegido es el Padre Artemus, que después de una tensa entrevista con el Virrey y Gallus, recibe el visto bueno de ambos (y evita ser ejecutado por saber demasiado).
A continuación acuden al Precinto de los Arbitradores, y se entrevistan con su oficial al mando, el Marshall Holroid, consiguiendo su plena colaboración, a pesar de los escasos recursos disponibles. Esa misma noche, acompañados de dos escuadras de Arbitradores, inician el asalto a la Catedral de Recompensa.

La operación se inicia de forma satisfactoria: la mitad de los arbitradores establecen un perímetro en torno a la Catedral para evitar fugas y el resto acompaña a los Acólitos en la búsqueda de los aposentos del Prelado. Hicks se establece en las alturas, cubriendo el exterior y los tejados.
Todo va bien hasta que alcanzan un pequeño claustro interior, donde son asaltados por tres figuras encapuchadas, ¡Slaughts! La pelea es dura y cerrada, muriendo varios Arbitradores y resultando Novus gravemente herido al perder una pierna. Cómo parte positiva, Novus consigue recoger el brazo de uno de los asaltantes y conservarlo en un contenedor de estasis preparado para tal eventualidad. Hicks se reúne con el grupo, e ignorando las bajas continúan su avance, descubriendo a su pesar un nuevo tipo de tecnología slaught: un artefacto energético explosivo capaz de ignorar muros o la armadura más resistente. Finalmente irrumpen en los aposentos del Prelado para encontrarlos vacíos, pero localizan un acceso a la capillas privada en un piso inferior.

Una vez en la capilla descubren dos cosas: un pasadizo secreto se extiende al este en la oscuridad (perteneciente a la construcción original) y un pasillo que conduce al norte del que sale un olor extraño. El origen del olor se hace evidente rápidamente: una gran masa de gusanos rojizos ocupa el pasillo, entre los cuales sobresalen diversos cadáveres a medio devorar. Afortunadamente, el lanzallamas que llevan se encarga de abrirles paso, aunque sobreviven suficientes gusanos cómo para suponer un problema (cómo descubre para su desgracia el Marshall Holroid). Y, por fin, en una sala habilitada como laboratorio y criadero, encuentran al Prelado Manus Tarahona, manipulando un extraño artefacto metálico. La pelea es de nuevo breve pero intensa, y el Prelado cae bajo la justa ira de los Acólitos.

Sin embargo el grupo se encuentra en graves problemas. Hicks reconoce el artefacto cómo una bomba de antimateria idéntica a la que utilizaron en Crepúsculo contra Nonesuch, y su compleja tecnología hace imposible desactivarla. A pesar de ello, Novus consigue retrasar su activación, y Hicks decide coger la bomba y llevarla hasta la capilla subterránea, para evitar la destrucción del laboratorio. En este momento la célula se divide: Hicks, Novus y Gallus salen corriendo del subterráneo, y el resto (Davor, Zankov, Scythia, el Marshall Holroid y los Arbitradores supervivientes) se quedan en el laboratorio a lo que consideran una distancia prudencial.

Pero la explosión resultante es demoledora, alcanzando el laboratorio y a todos los que se encuentran en él. Una sección de la catedral se derrumba, y son necesarias muchas horas de trabajo para retirar los escombros. Gracias al Emperador y a una sección de muro que les protegió, Zankov y Scythia han sobrevivido, pero ya es demasiado tarde para Davor, ha muerto cumpliendo con su deber para el Emperador y su nombre será inscrito en el muro de los Héroes...



jueves, 10 de marzo de 2016

Semillas de Herejía (IV)

El pueblo parece un pueblo normal, las chimeneas encendidas, los hombres dirigiéndose a los campos de cultivo... Davor intenta una aproximación "sutil" encañonando a uno de los campesinos, pero no resulta como pensaba y termina con una pelea con un grupo de lugareños. Los acontecimientos se precipitan, suena la campana del pueblo y los acólitos se esconden en una acequia. Con más calma descubren cosas preocupantes: varios campesinos muertos tenían tatuado un ojo estilizado, el mismo símbolo que aparece escondido entre los diseños de los cultivos. Además, en una de las casas del pueblo descubren hombres armados con rifles. En un amago de asalto se desata una tormenta psíquica cerca de ellos, por lo que deciden retirarse y ubicar el pueblo de cara a una purga posterior.

De vuelta a Recompensa, retoman el plan de encontrar y capturar un ejemplar adulto de las criaturas del silo. Adquieren material diverso (cuerda, bicheros, poleas), ovejas y gallinas, un carro de bueyes y alquilan un almacén. En la siguiente incursión, con algún imprevisto, obtienen un ejemplar adulto (¡de 6 metros!). Gaius demuestra unas inesperadas capacidades psíquicas, que explica por su entrenamiento con el Inquisidor Kaede. Rápidamente Novus inicia la disección del ejemplar en el almacén, antes de que se descomponga y desaparezca.

Otro punto a tratar es la muerte del Magister Ezzarth Felissimo. Registran su habitación y encuentran una carta que habla de traición, pero en la que no concreta nada. Deciden entonces localizar un silo que vaya a ser sellado y vigilar el proceso. Por desgracia, deben esperar al menos una semana para que eso ocurra. Ante esto, el acólito Hicks decide hacer vigilancia nocturna en la zona de los silos. Desafortunadamente es descubierto y atacado por un asaltante misterioso, quedando gravemente herido. La descripción del atacante y sus habilidades hace pensar al resto del grupo inmediatamente en un slaught. Y aún hay más malas noticias, el almacén que tienen alquilado ha sido robado, aunque una investigación en el lugar les hace pensar en un registro camuflado de robo.

Durante estos días intentan entrevistarse con el Prelado Manus Tarahona, sin éxito. Por fin llega el momento de la ceremonia de sellado del silo, y varios acólitos se preparan para asistir disfrazados. La zona se encuentra bajo fuertes medidas de seguridad, consecuencia de los eventos de días anteriores. A su alrededor, una muchedumbre de fieles asiste a las ceremonias día y noche, construyendo pequeños altares al Padre de las Cosechas y encendiendo fogatas. El primer día asiste la Supervisora Evaine Drachenstein, pero un intento de entrevista resulta infructuoso. Al amanecer del segundo día de ceremonias, un rumor recorre el campamento, ¡el mismísimo Prelado Manus Tarahona asistirá a la ceremonia! Rápidamente Gaius acude para conocerlo, pero al acercarse un escalofrío recorre su espalda y su cuerpo se niega a seguir avanzando. La mera visión del Prelado le resulta repulsiva, y puede sentir cómo sus recientes habilidades de hechicería se desvanecen...


Después de una breve deliberación, el grupo toma una decisión: ¡asaltarán los aposentos del Prelado en la Catedral de Recompensa!





viernes, 22 de enero de 2016

Informe sobre los Corruptores


Semillas de Herejía (III)

Después de un breve debate, Novus decide bajar a la superficie del grano y descubrir que oculta. El servocráneo Latro detecta una patrulla de la Guardia del Diezmo acercándose a la zona, y Scythia y Zankov se dirigen a su encuentro, dejando al resto del grupo en el silo. Nada más bajar y pisar el grano, Novus comienza a notar movimiento en el silo, y !de repente una extraña criatura vermiforme intenta morderle! El "gusano" es más fuerte de lo que parecía en principio, y no parece ser el único, así que el tecnosacerdote se retira a la plataforma rápidamente. Desde allí, usando un lanzagarfios, decide "pescar" un ejemplar e izarlo. El intento tiene éxito pero una vez izada la criatura se ven obligados a matarla ante los infructuosos intentos de capturarla con vida.

Con el ruido aparecen Scythia y Zankov, e informan de un pequeño "problema": la patrulla de la guardia escuchó la pelea y tuvieron que encargarse de ellos. Deciden tirar los cuerpos al interior del silo, y ven con alivio cómo son devorados por el resto de los gusanos. Una vez eliminadas las pruebas, se dirigen de vuelta a su alojamiento, llevando consigo el espécimen muerto.

Al día siguiente el grupo recibe una invitación formal: Lady Petronia de la casa Celeste es invitada a una cena de bienvenida por el Virrey Martein Kathrinkas. Se decide que vaya acompaña por su asesor comercial (Zankov) y su guardaespaldas (Hicks). Novus aprovecha para examinar la criatura, y a pesar de la falta de equipamiento, obtiene unos datos muy interesantes (ver informe). Lo más importante, el ejemplar obtenido es un juvenil, con órganos aún no funcionales de propósito desconocido, y necesitará capturar un adulto para tener información más precisa.

Ante la perspectiva de quedarse ociosos mientras "Lady Petronia" se reúne con el Virrey, Gaius, Davor y Novus deciden investigar el centro de reunión del culto de las Santas Vivientes. Compran un carro y una bestia de tiro, algunas ropas y vituallas, y se dirigen hacia las colinas a dos días de camino de Recompensa. Por el camino tienen un encuentro con un grupo de bandidos que han ocupado una pequeña granja, pero no suponen ningún problema e incluso capturan a uno de ellos, que resulta conocer la zona y al que "convencen" para que les lleve al lugar de reunión.

El grupo tiene la suerte de coincidir con una las reuniones, y observan cómo diversos grupos de campesinos se van acercando al lugar al anochecer. La reunión se celebra un un fondo de valle, rodeado de paredes rocosas y oculto por los árboles que lo rodean. Gaius y Novus se infiltran entre la gente, mientras Davor, con su equipo completo, se oculta en lo alto cubriendo todo el valle. Las Santas Vivientes resultan ser tres mujeres, que se dirigen a su público. Gaius detecta cómo la energía disforme comienza a fluir por el valle, y los acólitos sienten una sensación de paz y bienestar, aunque son incapaces de recordar ni una sola palabra de las Santas. Una vez acabada la ceremonia los campesinos comienzan a marcharse, pero Gaius decide entregar una nota escrita a las santas a través de uno de sus acólitos. Después de una extraña y larga espera, una de las mujeres se acerca, y sin mediar palabra, desencadena un torrente de fuego piroquinético sobre ellos. Afortunadamente, instantes después es desintegrada por dos impactos de plasma a máxima potencia disparadados por Davor desde una distancia de más de 100 m.

Heridos, deciden esperar mientras Novus realiza unas primeras curas. Mientras tanto, Davor sufre una  caída al descender por las rocas y debe ser atendido también, lo que les hace perder más tiempo. Al retomar el rastro de las Santas, son atacados en un paso estrecho que sale del fondo del valle con mosquetes, fuego y rocas, y aunque consiguen repeler a los escasos atacantes, Novus es gravemente quemado. Recurriendo a las drogas, ignora su fatiga, y siguen el rastro de los cultistas. El amanecer les sorprende llegando a una villa, donde pueden ver campesinos dirigiéndose a los campos de cultivo y hasta dónde se dirige el rastro de los Santas Vivientes...